Es esta una magnífica ruta de paisaje. Aquí, el río Pedro se hunde en un cañón muy singular que recorre también parte del término de Ligos. El Hoyo es un lugar de vegetación exuberante, que se ha multiplicado desde los años sesenta que empezó la emigración a la ciudad. Por aquí, como casi por todo su recorrido, el río ha vuelto a su naturaleza más primitiva y es ella, la Naturaleza, no ya la acción humana, la que marca la configuración. El chopo triunfa pero también todo tipo de arbusto y de hierbas. Junto a la vegetación, se puede admirar el paisaje blanco de la Peña, en su margen derecha, que limita Cuevas de Ayllón y Ligos y en cuya parte superior sigue el castro prerromano, que conserva muy identificada la muralla que le protegía. El Hoyo alberga, en su margen izquierda, la popular Fuente de la Berrera, manantial casi a pie de suelo. Frente a ella, al otro lado del río, en pleno risco, está la afamada Cueva de la Mora. Y antes, justo al entrar en pleno cañón, un barranco de tierra blanca, que se convirtió casi en mina en el pasado pues de aquí se cogía el material para pintar las paredes del interior de las casas, enjalbegar, como se dice aquí. Siguiendo la ruta marcada, se llega al molino de Ligos, importante edificio y en el pueblo se puede admirar su iglesia románica, la de San Juan Bautista, del siglo XII, declarada Bien de Interés Cultural. Pero, además, el Hoyo acoge una importante colonia de buitres leonados, que se extiende también a lo largo del recorrido del río Pedro en su zona de Cuevas de Ayllón, desde la Peña Zorrera hasta el paraje denominado La Vega. El buitre leonado es leyenda aquí, siempre existió y, a pesar de los cambios, resistió los momentos más difíciles de la despoblación. Antes de llegar al Hoyo, en un paraje denominado Bunviejo, se dejaban los animales muertos, desde mulos a burros, y allí disfrutaban los buitres del festín. Además del buitre, el río Pedro es hogar del picapinos, picante en la zona; de la oropéndola, el verderón, la grajilla, la picaraza (urraca), el estornino…